Los turistas han tomado unos lugares que parecen haber sido sacados de una historia sobre el mundo feliz, un cuento. Según las apariencias lo malo no llega.
En estos sitios a buenos y malos no les toca nadie, ni les roban; cada espacio ha sido colmado de detalles para potenciales fotografías.
Han sido detenidos en el tiempo, atados por la fuerza y a cuestas a sus mayores fortalezas, al alcance de una lejanía absoluta, pero cerquita de las ganas, llenos de dicha, de gracia, de risa. Un poco utópicos parece, pues la vida no es así (o al menos eso dicen los locales), pero lindos, y suyos.
Para los turistas, la crisis económica no existe.
Salís de tu refugio y dependiendo de la época del año podés encontrarte con un fuerte sol, una buena nevada, o un amor, cualquiera en ese caso te sirve para exactamente lo mismo, porque estando ahí, ya tenés lo más importante, te tenés a vos, te llevaste lejos.
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