A menudo me encuentro con mujeres que poseen grandes cualidades, mujeres que ante mis ojos son alucinantes, pero al conversar con ellas parecen no saberlo, y pasan a permitir abusos constantemente en sus vidas, no reciben pues no saben recibir, y son utilizadas en la cotidianidad como si eso fuese lo normal.
Mujeres maltratadas por sus hijos, por sus parejas, por su entorno profesional, por sus «amigos». Mujeres infelices, inseguras, temerosas, y desesperanzadas.
He creído en el valor de la persona siempre, en mi vida sobran ejemplos de buenas mujeres y buenos hombres, el mundo está colmado de ellos, y es por esto que jamás pienso que la solución sea dejar de creer, dejar de ser buenos, dejar de dar lo mejor, la bondad, la generosidad o la entrega, sino en su lugar, mantener vivo y presente el valor de la persona, pues si esta se respeta entonces quiere en su vida a más personas que se respeten también, y para que te puedas respetar, necesitas ser alguien que amas.
Constantemente a las mujeres se nos resta valor, y un autoconcepto bajo puede permitir a una mujer el creer que en efecto no vale, no es buena, no es merecedora, no es fuerte, o demás. Se nos da un mensaje que convierte el amor en algo que el amor en verdad no es, un mensaje de falso empoderamiento que en lugar de ayudarnos a sanar y a ser más fuertes y amorosas con nosotras, termina dejándonos peor que al comenzar.
Una mujer que se ama y que sabe todo lo bueno que hay en ella, sabrá que no debe ser utilizada en ningún sentido, se enfocará en continuar recibiendo lo bueno, porque eso es también lo que ella ofrece, y no se sentirá menos ni pequeña al lado de nadie, pues para eso se ha construido con paciencia frente a cada acierto y cada error. Toda mujer debería exigir respeto siempre, y esto no debería sorprender a nadie.
Voy a referirme ahora a mujer A y mujer B, pues un gran error que muchas mujeres se permiten cometer es caer en la comparación, lo cual puede alejar a cualquiera del autorespeto y la aceptación.
Puede que mujer A sea mejor en una cosa (o en varias cosas) que mujer B, pero mujer B sabe que nadie es mejor que ella en todas las cosas; mujer B entiende que todas las mujeres somos distintas, y que aunque por supuesto tiene puntos débiles, estos no le impiden amarse, entonces mujer B se ama, ama sus virtudes y trabaja en sus debilidades sin faltarse el respeto, sino desde el amor.
Lo ideal para mujer A, mujer B, y mujer C, D, E, es que sepan no compararse pues son distintas, que se admiren, que crean ser inteligentes, se sientan seguras en una reunión llena otras mujeres despampanantes (sean más o menos bonitas físicamente que ellas), sepan ver a otra mujer hermosa y decir: ¡Qué bonita verdad!, y se sientan siempre lo suficiente, lo suficiente para un empleo, suficiente para sus retos personales y para otras personas sin importar las cualidades que estas tengan.
No se compara lo peor que existe en ti, con lo mejor de los otros. No se vale que compares tus debilidades junto a la aparente grandeza de otras personas (en general otras mujeres) que no dejan de tener defectos, ni de ser humanidad.
Alrededor de cada mujer insegura y que no se ama, habrá quien parezca mejor, pero entonces, y si esta es tu situación, piensa, ¿Es paciente como yo?, ¿Es inteligente como yo?, ¿Tiene el corazón tan grande como el mío?
El problema no son las virtudes de las otras, sino la falta de apreciación por las propias ventajas, cualidades y fortalezas; debes recordar lo que te hace especial, y entonces sabes de nuevo que eres una mujer de alto valor.
Mientras poseas vida no es tarde para trabajar en ti, para fortalecer tu personalidad y dejar el miedo a la realización personal. No es tarde para estar segura en tu piel. Te aseguro que amar a tu pareja, amar a tus hijos, amar a tus amigas, amigos, tu círculo, nunca debe darles la potestad para arremeter contra tu seguridad, pues nadie que te ame te querrá ver abajo, sino lo contrario.
Es importante que puedas estar contenta con la mujer que eres, y que, si realmente estás insatisfecha encuentres un camino para convertirte en una mujer más agradable de acuerdo a tu propia expectativa y criterio, que puedas ser más comprensiva, más compasiva, más respetuosa y que te brindes ayuda para ser una mejor persona.
En el momento en que te consideres una mejor persona, con un corazón grande, con buenas intenciones, y una mirada dispuesta a no juzgar a los demás, no solamente vas a sentir respecto, admiración y orgullo por tu propia persona, sino que nadie externo podrá volver a utilizarte, a aprovecharse de ti, o a hacerte dudar de tu valor y tu poder.
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