Desde el momento en que conocí la ciencia, nunca me gustó más otra cosa. Recuerdo que tuve unos meses específicos de descubrimiento en los que solamente quería leer, resumir documentales y escuchar al respecto. No sentía necesidad de luz del sol, ni de experimentar las plantas en campo como hacía en el bachillerato, sino que necesitaba entender un poco de teoría para continuar maravillándome. Compré varios libros, hice todo un archivo digital en el que acepté donaciones de varios amigos científicos, matemáticos e ingenieros, y llené una libreta completa con las temporadas de Cosmos.
Desde entonces, hay muchos temas científicos de los que quisiera escribir, y hablar, no como científica, que no lo soy, sino como una curiosa. No me gusta entrar en discuciones gratuitas, pero me gusta conversar sobre lo poco que sé, y cómo la ciencia mejora los procesos y la vida. Parto de un hecho simple, y es el universo, que es estupendo. La cosa más chiquita, el caracol cambiando de caparazón, las propiedades de la materia, la tensión superficial, el avión en el cielo… es para sorprenderse, y en esa dicha de ver y sentir, está la ciencia.
Una persona que piensa de forma científica, lo hará no solo en cuestiones académicas o laborales, sino también al comprar una lámpara o planear un viaje, siendo un médico o un artista. El pensamiento crítico que nace al configurar el lente desde una óptica científica, permite ampliar el panorama, solucionar problemas cotidianos, mejorar los métodos, y de muchas maneras, hacer la vida más fácil.
Algo que me gusta decirles a los otros, a ti, por ejemplo, es que la ciencia no es algo exclusivo de tipos con gabacha en laboratorios, no es algo exclusivo de los científicos, sino que es para todos los que estamos vivos y queremos saber y experimentar. Más que solo ver la belleza de las cosas, entender, aunque sea superficialmente su proceso.
La ciencia se encuentra en toda la cotidianidad, pero es que, además, es una necesidad para muchos de nosotros en distintas etapas. Hoy voy a contarte un poco del Método Científico y sus etapas.
Supón que sales a cenar, observas el cielo estrellado. Nunca viste algo más bello. Pasa una estrella fugaz. Miras al piso, y te das cuenta de que cayeron algunas flores a la cuneta. Escuchas las olas del mar. A la mañana siguiente, decides hornear pan fresco para el desayuno. Luego, te sentaste en el computador a diseñar un boceto para una tela que será la materia prima para el nuevo vestido que veremos en las vitrinas de Moda Para el Mundo dentro de unos tres meses. Pasaron las horas, pronto se pondrá el sol y lo vas a ver desde el balcón. Miras la hora, y te queda poco tiempo, falta solo un día para volver a la ciudad.
Tanto la astronomía, la física, la química, o la biología (por mencionar algunas), hacen parte de las ciencias exactas. Fue en 1637 que un tipo genial llamado Descartes, escribió por primera vez una serie de reglas y pasos para mejorar procesos investigativos. Un método bastante preciso y funcional para su comprensión y la resolución de problemas. Este fue llamado «Discurso del Método», pero hoy lo conocemos como «Método Científico».
Su proceso consta básicamente de cinco pasos, además de la retroalimentación, como en todo, ¿No? ahora vamos a verlos.
Te das cuenta de que no hay pan, o simplemente te apetece pan. Activas la levadura, fermentas la maza, pretendes que leude el pan, esperas su proceso para que crezca. Unas horas después tu proyecto se va al horno, y le das a tu mamá que está de visita. Lamentablemente, el resultado no fue el esperado, algo en el proceso salió mal, y el pan está incomible. Tu mamá, que quizás sí sabe, te da algunos consejos para que el siguiente intento el producto se pueda mejorar.
Vamos a partir de la observación, este es el primer paso. Lo siguiente es formular una pregunta (esta pregunta será desde ahora nuestro problema). Para el tercer acto, se deberá formular una hipótesis o explicación que deberá poder ser puesta a prueba, y sobre la que se realizará una predicción. Esta predicción también se pone a prueba.
Es importante repetir el proceso, ya que con los resultados anteriores se formularán nuevas hipótesis o predicciones, y así sucesivamente hasta lograr un buen pan, crujiente por fuera, y esponjoso por dentro. Cambiemos el pan, y hablemos del comportamiento de un pez, de un medicamento, del humano, o de lo que sea.
Cabe aclarar que el método científico se usa en todas las ciencias, y aquí entra un punto importante. No todo es ciencia, y no todo debería ocupar un espacio en tu cabeza. No toda información es valiosa o verídica. Usa los espacios de tu memoria, de la manera que te favorezca más.
Alguna vez leí en «Astrofísica para Gente con Prisa» de Neil deGrasse Tyson, algo así: «Conocer la ciencia puede ayudarte a lidiar con gente grosera», y es verdad, y creo que aplica para esto que te digo aquí. Habitamos un mundo en donde prima la libertad depensamiento, y eso es bueno siempre que puedas discernir. Esta libertad, permitirá también que seas bombardeado con información falsa, noticias faltas, datos erroneos, creencias basadas en mentiras,pseudociencias, y una infinidad de teorías sin pies ni cabeza, tratando de dar sentido y sentimiento a la existencia humana. Completamente innecesario. El horóscopo por ejemplo, no solo no es una ciencia, sino que es una teoría que pasó infinidad de veces por el método científico para intentar demostrar su sentido, coherencia y veracidad.
Gracias al ímpetu puesto en la investigación, fue específicamente mediantela Relatividad de Einstein, como en 1915 pudimos saber, que aquello no era posible, al demostrarse de manera científica, que la simultaneidad no existe, y por consiguiente, la astrología pierde completo sentido. Desde luego, aquel es apenas un pequeñísimo logro para la Relatividad de Einstein, cuyas aplicaciones son hoy incontables.
Como dijo deGrasse Tyson, lo bueno de la ciencia es que es verdadera, creas en ella o no. Poder acceder a esta información que ha dejado de ser especulativa para convertirse en hechos científicos, es de los actos más grandes que puedes hacer por ti mismo.
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